martes, 29 de abril de 2014

Sinik y la señorita Smila

Al hablar de la organización de las ligas de fútbol en Groenlandia, en su fase local, aparecía una palabra con un significado curioso, “sinik, medida de distancia groenlandesa que se basa en las veces que duermes durante un viaje. Cada sinik es una cabezada y no tiene un valor fijo”. 

Una explicación algo más amplia la encontramos en la novela “La señorita Smila y su especial percepción de la nieve”, publicada por Peter Høeg en 1992: 

“Las distancias en Groenlandia del Norte se miden en sinik, en sueños, en el número de pernoctas que dura un viaje. No puede decirse que realmente sea una distancia porque, según el tiempo y la estación del año, el número de sinik puede variar. Tampoco se trata de un concepto temporal. Un día que amenazaba tormenta viajé con mi madre desde la bahía de Force hasta Lita de un tirón, una distancia que normalmente hubiera requerido dos pernoctas. 


Sinik no es una distancia, no es un número de días o de horas. Es un fenómeno espacial y temporal, un concepto dentro del tiempo espacial que describe la unión entre el espacio, el movimiento y el tiempo, obvio para los esquimales pero imposible de ser recogido por ninguna lengua europea común. 


La distancia europea, el metro parisino normalizado, es algo distinto. Un concepto para los reformadores, para aquellos cuya visión primordial y más importante del mundo es que hay que cambiarlo. Ingenieros, estrategas militares, profetas. Y cartógrafos. Como yo misma. 

Hasta que no asistí a un curso de agrimensura en la Escuela Superior Técnica de Dinamarca en el otoño del 83, el sistema métrico no caló en mi de verdad. Hicimos mediciones en el Parque de los Animales. Con teodolitos y cadena de agrimensor y la distribución normal y la equidistancia y variables estocásticas y lluvia y pequeños lápices que teníamos que afilar constantemente. Y mediciones a pasos. Teníamos un profesor que no paraba de repetirnos que la agrimensura empieza y acaba con que el geodesta conozca la longitud de sus propios pasos. 

Yo conocía mi propio trote medido en sinik. Sabía que cuando corríamos detrás del trineo, porque el cielo aparecía negro de explosiones contenidas, el espacio de tiempo se comprimía hasta la mitad de número de sinik que se requerían cuando dejábamos que los perros nos arrastrasen por el hielo nuevo, llano y liso. En la niebla se doblaba, en tormentas de nieve llegaba a multiplicarse por diez. 

En el Parque de los Animales convertí pues, mis sinik en metros. Desde entonces, he sabido exactamente, aunque ande sonámbula o sobre la cuerda floja, o lleve botas y crampones o la falda negra estrecha que me obliga a efectuar pasos de cinco centímetros, qué distancia he recorrido cuando doy un paso”. 

El libro 

“La señorita Smila y su especial percepción de la nieve” empieza como una novela policiaca pero sin policías como protagonistas, que pasa a novela de aventuras y acaba en ciencia ficción. 

El papel protagonista lo asume Smilla Qaaviqaaq Jaspersen, una mujer, hija de una inuit groenlandesa, que tras pasar parte de su infancia en el país de origen de su madre fue obligada a mudarse a Copenhague con su padre, un acaudalado médico danés. Después de escaparse e intentar regresar a Groenlandia en varias ocasiones, termina por aceptar su destino y vivir en Dinamarca, donde es una experta en las características físicas de la nieve y el hielo.

La novela se inicia un día, un poco antes de Navidad, cuando Smila de regreso a su casa encuentra muerto en la nieve a su vecino y amigo, el pequeño Isaías (hijo de una mujer alcohólica y un hombre que murió hace años en extrañas circunstancias). Smila, a veces se encargaba de cuidarlo y sentía especial cariño y ternura por él y a pesar de que la policía sostiene que la muerte del niño ha sido un accidente, las circunstancias de ésta y las características de la nieve harán que Smila sospeche que en realidad se trata de un asesinato. 

Además, los dos pertenecen a la pequeña comunidad de esquimales groenlandeses que viven en Copenhague, son inuits, y como tales tienen cantidad de vocablos para describir todo lo relacionado con la nieve y el hielo, como las distintas tonalidades, su textura, la dirección del viento, las diferentes clases de ventiscas, lo que hace que sus conocimientos de la nieve y el hielo, cuyos nombres y características pueblan la novela, tengan tanta importancia en el desarrollo de la trama, que terminan por convertirse en un personaje más de la obra. 

El origen inuit de Smila permite al autor hablar de otros temas, como la historia poscolonial danesa, cómo viven los groenlandeses en Dinamarca o la "contaminación" cultural y sociológica que los inuit sufrieron cuando los europeos llegaron a su país. 

La novela está dividida en tres partes: la ciudad, el mar, el hielo. 

Con diferencia, la mejor es la primera. Smila es todo un personaje. Las investigaciones que realiza están narradas con una prosa tan escueta y acertada como las matemáticas que ella cita de tanto en tanto, y rodeadas de un ambiente opresivo teñido de irrealidad; es una lectura que engancha desde el principio. Esa es la razón de que la segunda parte, el mar, sea algo decepcionante. Pierde calidad y profundidad, y tiene momentos que parecen inverosímiles. El final, el hielo, la parte más breve del libro, recupera un poco el ritmo, a costa de un final un tanto precipitado. 

La película 

No la he visto. Cuando he leído un libro y me ha gustado, no me animo a ir al cine a ver su versión cinematográfica, salvo que la película consiga tener una “personalidad” propia, que no es el caso.

La película con el título Smila: Misterio en la nieve (Smilla's Sense of Snow, trailer) es del año 1997 y tiene grandes nombres como protagonistas: Julia Ormond, Gabriel Byrne, Richard Harris y Vanessa Redgrave. 

El director es Bille August y la banda sonora de Hans Zimmer y Harry Gregson-Williams. 

Dos opiniones sobre la película, no muy favorables: “En el libro, es la presencia física de Groenlandia, tanto como la personalidad de Smila lo que queda después de la lectura y en la película se pierde en parte ya que algunos de los entresijos de la trama son sacrificados para espectaculares tomas de cámara” y “Con un guión apoyado en el misterio que despierta un asesinato se presenta la soberbia naturaleza de las tierras de hielo que mantienen un filtro azul durante toda la película. El misterio no está bien armado y se va resolviendo encadenando informaciones que se consiguen con excesiva facilidad para dar credibilidad a la película. Posiblemente la adaptación cinematográfica no hace justicia al libro de Peter Høeg”

Aunque la película decepcione, sus primeros cinco minutos merecen la pena, aunque pueden resultar extraños por lo comentado sobre el argumento de la novela.

Un buen libro, no tan buena película … ahora algo de música con la banda groenlandesa Zikaza:















1 comentario:

Anónimo dijo...

Que curioso lo del sinik!!

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